LA CANSERA DEL CAMINO
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¿QUÉ ES?
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Los siglos pasados fueron testigos de un importante espíritu de ayuda Y solidaridad humana, hoy desaparecida.
En efecto, y marcadamente en el Camino de Santiago, la hospitalidad era uno de los elementos indispensables para los peregrinos para su llegada hasta el apóstol.
En aquella época no existía la red de alojamientos de nuestros tiempos modernos. Pensemos en los albergues públicos o privados, los hoteles, las casas rurales y otros refugios que proliferan con gran velocidad en el Camino Francés y que empiezan a propagarse en el Camino Cantábrico (del norte) y el de Sevilla (de la Plata). Si volvemos la vista atrás o miramos un poco los libros de historia, nos daremos cuenta de la importancia de la hospitalidad en una era en la que la peregrinación hasta el fin de la Tierra era apenas conocida y muy poco habitual.
Los peregrinos salían de su casa y, muchas veces, eran víctimas de los asaltantes de caminos. Durante sus periplos, cuando no dormían a la luz de las estrellas, se alojaban en las casas de los paisanos. En contrapartida por algunos días de descanso o de comida, ayudaban en las tareas cotidianas. Algunas veces, un peregrino cantero, carpintero o herrador intercambiaba sus conocimientos a cambio de los buenos cuidados de sus benefactores.
Más tarde, el impulso de los monasterios y conventos permitió a los peregrinos encontrar un refugio, recibir el cuidado sanitario y encontrar una mesa. Alrededor de esta, el intercambio y la acogida eran una tradición.
De esta forma, aparecieron los hospitales, lugares de acogida y descanso, pero también donde se curaba a los peregrinos y a toda persona que lo necesitara.